martes, 9 de octubre de 2012

CÓMO LLEGAR A DOCTOR DE LA IGLESIA

Los Inválidos-París(foto J.A.Miyares)

Santidad declarada, ortodoxia en la fe, eminencia en la doctrina e influjo benéfico en las almas, requisitos para los 35 hombres y mujeres que integran esta selecta lista de guías espirituales.

Los 35 «Doctores de la Iglesia Universal» no son ni los más doctos ni los más santos en los 2.000 años de historia del cristianismo, sino una estupenda selección de hombres y mujeres que cumplen cuatro requisitos a la vez: santidad declarada, ortodoxia en la fe, eminencia en la doctrina e influjo benéfico en las almas.
Los primeros cuatro «Doctores de la Iglesia Universal» fueron proclamados en 1298: san Jerónimo, san Agustín, san Ambrosio y san Gregorio Magno, figuras extraordinarias cuyo impulso espiritual llega hasta nuestros días.
En el 1568 se añadió el segundo «cuarteto»: san Atanasio el Grande, san Basilio Magno, san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo y santo Tomas de Aquino. Las proclamaciones sucesivas han ido recayendo en autores más recientes pero sin excluir autores muy antiguos.
Así, por ejemplo, san Isidoro de Sevilla, que falleció en el 560, fue proclamado en 1722. San Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila, dos santos de finales del siglo XVI, fueron proclamados «Doctores de la Iglesia Universal» en el siglo XX. San Juan de Ávila, coetáneo de los anteriores, es el primer «Doctor» del siglo XXI junto con Hildegarda de Bingen, abadesa benedictina alemana del siglo XII.
Al proclamar «Doctores de la Iglesia Universal», los Papas no pretenden hacer un «ranking» de santidad ni de ciencia, sino proponer a los cristianos algunos autores que pueden ayudar espiritualmente no sólo a los intelectuales sino también a los fieles de a pie.
Junto a los dos primeros requisitos de haber sido canonizados y de una absoluta ortodoxia de la fe (que objetivamente cumplen miles de personas en el santoral), el tercero es ya el más específico para los «Doctores»: se trata de la «eminencia de la doctrina».
Aquí entran desde personajes de gran espesor académico e intelectual como santo Tomas de Aquino o san Alberto Magno hasta autores que han llegado directamente al corazón de millones de personas como Catalina de Siena, Bernardo de Claraval o Teresa de Lisieux.
Esta última, santa Teresita del Niño Jesús, carmelita francesa, vivió sólo 24años y escribió un único libro, la autobiografía «Historia de un alma». La riqueza espiritual de aquellos tres cuadernos ha producido un «influjo benéfico» que se siente en todo el mundo.

El procedimiento

Teresa Martin, hija de un relojero, entró en el Carmelo de Lisieux a los 15 años con unadispensa especial del Papa y permaneció allí los nueve restantes de su corta vida, pero es patrona de las misiones por su afán misionero y su enorme influjo espiritual. Resulta conmovedor que a la iglesia de Santa Teresita de Lisieux en El Cairo acudan a rezar gran número de musulmanes, como sucede en bastantes santuarios de la Virgen en Oriente Medio.
En la actualidad, el procedimiento para que una persona sea declarada «Doctor de la Iglesia Universal» comienza con la petición expresa, que en el caso de san Juan de Ávila e Hildegarda de Bingen hicieron las respectivas conferencias episcopales.
La propuesta es estudiada primero por la Congregación para la Doctrina de la Fe y después por la Congregación para las Causas de los Santos. Si las dos congregaciones emiten un dictamen positivo, se convoca una reunión conjunta de los cardenales de ambas, que somete formalmente la petición al Papa.
Si el Santo Padre lo desea, puede proclamar «Doctores» por propia iniciativa, pero normalmente prefiere seguir el trámite e intervenir al final del proceso con el elemento decisivo: la proclamación pública destinada a la Iglesia universal.

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