miércoles, 4 de enero de 2012

JUAN XXIII, EL ÚLTIMO CONCILIO DE LA IGLESIA HACE 50 AÑOS


JUAN XXIII,"EL PAPA BUENO"
El lombardo Angelo Giuseppe Roncalli, que tomó el nombre de Juan XXIII como Sumo Pontífice, convocó el último Concilio de la Iglesia católica, que inició sus sesiones cincuenta años atrás, en 1962. Quien fuera obispo franciscano, gran conocedor de la institución en el Este europeo y emprendedor de la conciliación entre los cristianos del mundo, reunió a la intelectualidad católica en las sesiones del Vaticano II. La bula papal que anunció la convocatoria decía que la Iglesia observa siempre las crisis que se producen en la sociedad y «dado que la humanidad se halla en el umbral de una nueva era, una inmensa y grave tarea le espera a la Iglesia como en las épocas más trágicas de la historia»,  Hace 50 años». Las actuales circunstancias por las que atravesamos creo que serían suficiente razón para una nueva y similar convocatoria ecuménica.                         

Juan XXIII quiso poner al día -el famoso aggiornamento- una institución de gran influencia e implicación en un mundo que estaba en medio de una profunda crisis de guerra fría y de importantes progresos científicos. La profundidad de la angustia económica de hoy, la inestabilidad política provocada por la llamada primavera democrática en el norte africano y el Oriente Próximo, la proliferación de los casos de pederastia en importantes diócesis de la Iglesia occidental, la permanente discriminación de las mujeres en su seno, la disparidad de criterios prácticos e intelectuales entre los defensores de la Teología de la Liberación y los más conspicuos ultraconservadores, precisamente liderados por religiosos españoles -los catalanes Casaldáliga y Sobrino y el vasco Ellacuría, entre los primeros; el gallego Rouco Varela y el asturiano Martínez Camino, entre los segundos-, en fin, hasta la posible revisión de algún dogma eclesiástico, como por ejemplo en estos tiempos de laicidad, el de la infalibilidad, una definición dogmática establecida en el primer Concilio Vaticano en 1870.

«Il Papa Buono» («El Papa Bueno»), como cariñosamente era conocido el cardenal Roncalli entre los italianos, convocó a los católicos al ver el anquilosamiento teológico e institucional de la Iglesia, en medio de una guerra fría que tuvo su punto culminante en el transcurso de la preparación de la reunión ecuménica con la crisis de los misiles, tras realizar encuentros y audiencias con representantes de las diferentes iglesias cristianas no católicas, con pontífices de otras creencias, con personalidades del mundo comunista. No realizó largos viajes pastorales en loor de multitud, como sus sucesores, y prefirió el estudio, la reflexión y el consejo de los sabios de la Iglesia.

El Concilio Vaticano I estudió temas como la doctrina, la disciplina y la vida religiosa, quizá menos trascendentes que los del anterior de Trento, realizado tres siglos atrás ante la convulsión de las disidencias de Lutero y las demás separaciones del siglo XVI. El celebrado en el Vaticano hace cincuenta años actualizó conductas y doctrinas que provocaron ciertos enfrentamientos, pero acercaron la Iglesia a la realidad del momento. Nos lo recordaba la producción televisiva sobre el cardenal Tarancón emitida días pasados por Televisión Española. Sin embargo, en este medio siglo no se han resuelto importantes problemas que acosan a la Iglesia en estos críticos años:Los divorciados,el celibato, la mujer, los casos de abusos sexuales, la teología ante otras religiones, la clonación y otros descubrimientos genéticos?
                                                                                                                                       

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