lunes, 18 de marzo de 2013

LOS PAPAS ESPAÑOLES

San Dámaso I, Calixto III y Alejandro VI son los tres pontífices de origen hispano, mientras que Benedicto XIII es el único antipapa.

Cuando el pasado miércoles la fumata blanca anunciaba al mundo la elección de un nuevo Papa, nadie esperaba que se asomara por el balcón de la plaza de San Pedro a ningún cardenal español. Y es que de los 266 Papas solo tres han sido de origen hispano. El último de ellos estuvo al frente del catolicismo hace más de 500 años. Desde entonces los purpurados españoles no han vuelto a ocupar la silla de Pedro. Por su parte, en el listado de antipapas también existe el nombre de un español.
La figura del primer Papa español, San Dámaso I, es difusa y está sumida en la bruma propia de los primeros siglos de formación de la Iglesia, donde los datos de los Pontífices son escasos y parciales. Dámaso nació en la provincia de Gallaecia (actual Galicia y parte de Portugal) en los primeros años del siglo IV, aunque algunas fuentes sostienen que su nacionalidad era italiana y que solo sus padres nacieron en la Hispania romana. No existe demasiada información sobre su actividad antes de ser elegido Papa más allá de su defensa de la unidad de la Iglesia frente a las diferentes corrientes heréticas que abundaban en una época en la que el poder central del Papa no estaba consolidado.
Dámaso fue elegido Pontífice en el año 366 gracias al apoyo del emperador Valentiniano I frente a otros candidatos. El cristianismo había dejado de ser perseguido tras el edicto de Milán de Constantino en el año 313, donde se promulgaba la libertad de culto en el imperio romano. Y se convirtió en la religión oficial en el 380 por el edicto de Tesalónica impulsado por el emperador Teodosio (también de origen hispano). Por tanto, la principal labor de Dámaso fue unificar las distintas doctrinas cristianas y centralizar el poder de la Iglesia de Roma. Un trabajo arduo por el elevado número de diferentes corrientes teológicas como el arrianismo, o de la ambición de usurpadores y antipapas.
Pero Dámaso también realizó importantes contribuciones en la liturgia. Encargó al historiador Jerónimo de Estridón una traducción al latín del Antiguo Testamento de las versiones hebreas que permitió elaborar una Biblia en latín conocida como «Vulgata». Además, se le atribuye haber introducido la expresión hebrea «Aleluya» en las liturgia. Dámaso I falleció en el 384 después de 18 años de ministerio.

Dos Borgia al frente de la Iglesia

Calixto III fue el segundo Papa español y el primero de la poderosa e influyente familia valenciana Borja (italianizada como Borgia) en ocupar la silla de Pedro. Nacido en 1378 en una de las estirpes más notables del reino de Aragón. Desempeñó un importante papel durante el Cisma de Occidente al conminar al antipapa Clemente VIII a renunciar. Fue recompensado con el nombramiento de cardenal. Gracias a la presión del rey aragonés Alfonso V, accedió al pontificado en 1455.
Los tres años de su ministerio se caracterizaron por un despotismo que le llevó a convocar una frustrada cruzada para intentar recuperar la recién perdida Constantinopla a manos de los turcos y posteriormente a enemistarse con su antiguo valedor, la corona de Aragón, por no reconocer al nuevo monarca sus derechos sobre Nápoles, que consideraba un reino perteneciente a la Iglesia.
Pero sin duda el Papa español más afamado, aunque no por su buen hacer sino por sus excesos, fue Alejandro VI. Siendo muy joven ya fue nombrado cardenal por su tío y Pontífice Calixto III. En 1492 inició un papado marcado por las intrigas en el ámbito político y la lujuria en el privado -algo extendido en toda la Curia de la época-, una ambición desmedida por expandir el dominio de los Estados Pontificios y la intención de perpetuar una dinastía nombrando a su hijo César cardenal y capitán general del ejército del Vaticano. Su final hizo honor a tan novelesca vida -el cine no pudo resistirse ha contarla- y terminó con un envenenamiento en un banquete.

El Papa Luna

Si el Papa que elige este cónclave es el número 266, el listado de antipapas tampoco se queda atrás con varias decenas. Y en esa lista también hay un español renombrado: Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna. Sin embargo, su designación forma parte del Cisma de Occidente, cuando la cristiandad se dividió en dos por un simple juego de alianzas entre distintos reinos -especialmente Francia- que no aceptaron la designación de Urbano VI, quien pretendía devolver el poder de la Iglesia a Roma. Y es que el monarca galo había ejercido un férreo control sobre los últimos Pontífices en Aviñón. Una tutela de la que Urbano VI se desprendió.
Al no reconocer el nuevo nombramiento, los cardenales cercanos a Francia convocaron otro cónclave en el que eligieron a Clemente VII como máximo Pontífice, iniciándose así el cisma. El cardenal zaragozano Pedro Martínez de Luna fue uno de los purpurados díscolos. En 1321 sucedió a Clemente VII bajo el nombre de Benedicto XIII. Sin embargo, el Papa Luna trató de ganar autonomía y alejarse de la influencia francesa. Un error de cálculo que le supuso perder el apoyo de su principal sostén. Sin el respaldo francés fue marginado y tuvo que huir a su Aragón natal. Donde se refugió en el castillo de Peñíscola.

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